La Casualidad

¿Qué tendré que me persigue la Casualidad de tal manera? Que conste que me encanta, pero no deja de extrañarme algunas veces. Por ejemplo, un sábado estoy tan tranquilamente en el Corte Inglés, en Valencia, ¿y quién se cruza ante mis narices? Pues el mismísimo Joan Monleón. Obviamente la mayoría de gente que lee este blog no tiene puñetera idea de quién es, pero es gracioso ver al de Sap qui sooooooooooooc? en vivo y en directo.

Pocos años después, volviendo un día a casa por la noche, cruzamos un paso de cebra en la Avenida Catalunya y adivinen quién estaba parado en un coche. El mismísimo Mendieta. Pocos días después, nos íbamos a una mascletà, y dada la congestión de tráfico que implican las mascletaes, decidimos ir andando desde la Universidad a la plaza del Ayuntamiento. Bueno, pues pasando por la Avenida de Sueca, nos encontramos con Héctor Cúper, tan campante fumándose un cigarrillo. Lo mejor es que, yendo como íbamos con varios acérrimos valencianistas, quizá por ver a Cúper tan tranquilo y poco glamouroso, no le hicimos ni puto caso, que se suele decir, y seguimos tan enfilados como íbamos camino del ayuntamiento.

Siguiendo con el tema futbolero, un año después, si mal no recuerdo, me encontré con Angulo por Colón. Una nariz como la suya es difícilmente confundible.

Otro día, ibamos Sardu y yo comentando la de veces que ella también se había cruzado con gente conocida por Barcelona, cuando de repente se cruza por delante nuestro Joel Joan disfrazado de intelectual, con gafas y gabardina, una imagen totalmente diferente a la que yo tenía de él en Plats Bruts.

Y en un orden de casualidades bastante menos mediático y más de andar por casa, me sigue resultando súperdivertido encontrarme con Lemoniac o Derethor en mitad de Londres y sin saberlo, o con Astharoth a altas horas de la noche, 15 segundos antes de que el semáforo se ponga en verde, lo cual sólo da tiempo a decir: ¿Pero qué coño hacéis ahi? Genial XDD Mismamente, en la BCN Party, Peskanov iba con un amigo (cuyo nombre no recuerdo, perdón!), que conocía personalmente al Osiris del que hablé en capítulos anteriores.

Aún hay más: a principios de año estuve en España un par de días para ver a mi hermana, y cuando me volvía a Londres cogí el mismo tren que cogí durante cuatro años sin encontrarme con una chica que fue compañera de piso durante 2001. Bueno, pues justamente paró el tren en su pueblo, y pensé, mira que si ahora va y sube tal... Y ahí que asoma por la puerta.

El colmo de la casualidad ya es tener monopolizadas las búsquedas por Londres y que todos los caminos lleven a mi página. El otro día recibí un e-mail de esta misma chica, súpersorprendida porque había buscado algo de Londres en internet y le había aparecido mi página.

En serio, no sé cómo lo hago. Pero es genial. Me encanta la casualidad; y estoy segura de que podría contar más capítulos de éstos si no fuera porque suelo ir súperdespistada por la calle, y cuando intento estar atenta tengo falsos positivos.