Desastre total 3

Así podría resumir mi día. Con esto de tener que trabajar al día siguiente de aterrizar, no sé por dónde andan mis cosas, ni las que me llevé ni las que dejé aquí (y de hecho, me da la impresión de que he olvidado algo). Eso sí, la maleta la hice bien. 20kg exactos. A ojímetro, a ver quien lo supera.

Para mi sorpresa, el avión no iba lleno hasta los topes. Como siempre, me senté en la ventana, y ya estaba yo feliz de que no se sentara nadie en el asiento central, cuando aparece a última hora un tipo repeinado y con cara de problema existencial, y tras intercambiar un par de palabras con el azafato, se sienta. Sospechoso. El tío había estado hablando por teléfono con alguien mientras esperábamos a embarcar, y le decía: sí, te puedes reunir conmigo en el avión. Que yo no habría prestado la mayor atención, si no fuera porque el tío gritaba de tal manera que lo oí incluso con los cascos puestos.

Luego, mientras esperábamos que el autobús nos llevara al avión, vi como él hablaba con una mujer que estaba fuera del edificio - no había pasado por el control de pasaportes ni nada, así que o era parte de la tripulación del avión, o trabajaba en el aeropuerto. Muy misterioso...

Y ahora esto... pero preferí no estar atenta por no sufrir.

Al rato pasaron los azafatos con el carrito del café y el té y otros refrigerios. Yo acababa de tomarme uno con mi madre, antes de despedirme, así que pasaba de fomentar ataques cafeínicos por mi parte. Pero el hombre engominado, muy prontamente, pidió un té. Acto seguido comenzó a darme el té. Hizo una expansión de todos sus trastos, tanto los que llevaba encima, como los que tenía en el hueco delante de su asiento, como los que llevaba en el portaequipajes (los que hay por encima de los asientos). Y procedió a escampar todo esto por el asiento central, mientras buscaba u ordenaba sólo él sabe qué.

Yo era feliz disfrutando de este espacio libre, y de repente me lo invadió con sus enseres... Obviamente, ya no era lo mismo, se notaba una tensión en el ambiente. Era una de estas personas que transmiten nerviosismo y mala hostia con su sola presencia, por así decirlo...

Y cuando acaba de tomarse (y dar) el té, abre la bandeja del asiento central y deja ahí los residuos de su té, en lugar de dárselos a los azafatos, que estaban preguntándole si tenía algo de basura para tirar. Yo empecé a indignarme, en principio porque era una marranada, y también porque estábamos pasando por una zona de turbulencias y el tío no había acabado con el té, así que si se tumbaba el vaso me podía manchar. Eso es inadmisible.

Debió captar mi sentimiento de odio, porque en aquel momento recogió los desperdicios, y plegó la bandeja, pero para mi estupor, y a pesar de que volvían a pasar con la bolsa de basura, dejó el vaso y los papeles en la cestita que hay en el asiento delantero. Menudo pedazo de guarro.

Siguió revolviendo sus bolsitas, maletas y demás, hasta que al final sacó un pequeño dinosaurio. Perdón, un ordenador reumático. Qué cosa mas fea. Era como un vaio venido a menos, con la intención de ser pequeñito pero con formas toscas, y una construcción que se adivinaba de poca calidad. Esas teclas que se oyen gomosas, pantalla de bajo contraste, ya sabéis... En otro de sus equipajes tenía una carpeta clasificadora de cd's. Lo bueno es que todo giraba acerca de los aviones. El fondo de la pantalla era como la cabina de un avión, las películas que iba probando eran todas de aviones o escenas del palo. Le faltaba haber arrancado el Flight Simulator y hacer una demostración de cómo despegar. En fin...

Al rato ya decidió con qué peli se quedaba, y sacó unos auriculares rollo 20 duros, de esos reumáticos que más bien suenan en mono que en estéreo... supongo que para ir a juego con su ordenador. A todo esto, el vaso de té seguía ahí y los azafatos ya no sabían como pedir a la gente que tirara la basura a la bolsa. Una vergüenza, pensaba yo.

Y cuando el tío ya decidía ponerse cómodo y repantigarse en el asiento... PLAM!!!!!!! Pantallazo azul de la megamuerte en windows 2000. Reinicia y ... PLAM!!!!!! otro pantallazo!!!!

Con todo esto y a pesar de la rabieta inicial que le cogió, se calmó un poquito, guardó las cosas en su sitio (¡incluso tiró la basura!), y se sentó calladito y sin molestar durante el resto del viaje. ¡Yo no lo podía creer!

Pero quedan esas incógnitas... ¿quién era la chica? ¿por qué le gustaban tanto los aviones?

¡Nunca sabremos la respuesta!