Todo el día mirando por la ventana

¡Así estoy yo!, mirando a ver si vuelve a nevar o no, y rabiando porque me dicen que a la otra punta de Londres está nevando copiosamente.

Parezco una niña que no haya visto nunca nevar... y sólo haya oido hablar de ello en los libros (bueno, seguramente los niños de ahora sólo oyen hablar de la nieve en los capítulos de los Simpson especial Navidad que emiten en verano, pero bueno...).

¡Cualquiera diría que no viví La Nevada Del 82! Pero sí, sí que fué así. Muchas fábricas en el pueblo donde vivía se hundieron porque los tejados estaban en recto, sin pendiente, alguien de mi familia se quedó sin coche porque una bola de nieve decidió caerse justo encima del techo, con lo que se hundió totalmente, mi abuelo se resbaló y se cayó, con lo que se hizo bastante daño, y como entonces no estaba jubilado, pues no fue a trabajar a la tienda. Yo no recuerdo qué hice, porque era muy pequeña, creo que no nos dejaron ir al colegio (supongo que para evitar que los papis y las mamis se cayeran de culo, se hicieran daño y no fueran a trabajar XD), sólo sé que el domingo de aquella semana fui a ver a mi abuelo, al que aún le dolía todo, y además me vistieron tan bien abrigada que apenas podía moverme.

Al lunes siguiente en el patio del colegio estábamos curioseando con unos restos de nieve que quedaban en un rincón, estaban negros y bastante venidos a menos. La verdad es que no nos cuadraba mucho con la descripción que nos habían dado de la nieve, es decir, blanca, pero asumimos que era lo que pasaba si la dejabas varios días al aire libre, o algo así.

¿Y por qué cuento esto? Pues no lo sé, supongo que porque hace mucho tiempo que no escribo ningún relato y tenía ganas de contar alguna historieta. Hale, me voy a ver cómo nieva. Aquí nieva muy bonito.