Vuelta a Valencia

Facturo con calma mi pequeña maleta llena de souvenirs y encarguitos para unos y otros, aún mareada por el viaje en autobús hasta el aeropuerto (Stansted, para variar) y bebiendo agua a ver si era del calor... En la cola la gente tan nerviosa y desesperada como cuando subieron al autobús, pero yo tranquilita, que hay mucha gente y no es plan de atacarse.

Observo a mis compañeros de viaje con pachorra... Mucha gafa de sol cara y polos con suetercito en los hombros y cocodrilo en el pecho, viajando en Ryanair y yendo en la línea más barata de autobús al aeropuerto, Terravision. ¡Estos pijos ya no son lo que eran! También había unas cuantas familias con marujonas y rodríguez's, con cara de susto y muy nerviosos por todo el proceso... Alguien se quedaba guardando el puesto en la cola y otro se adelantaba al mostrador para verificar que estaban facturando: "Sí, está facturando, lo que pasa es que como es pequeñita no se la ve". Comparaciones con la velocidad de la cola del otro mostrador: "Redéu, que aquí al lado han empezado más tarde y van más rapido".

Al pasar por control (cruzando dedos para que no tuvieran la estúpida idea de hacerme sacar el ordenador de la mochila) veo a una niña con una especie de atuendo gótico-pop-punk con tendencias TaTu (o como se escriba): pelo rosa, tres camisetas cogidas con imperdibles, medias desastrosamente destrozadas, a la que obligan a quitarse las botas antes de pasar por el detector. Aprovechando ese momento, la mujer que estaba con las bandejitas le da las condolencias a la madre de la niña por su look (hablo en serio), la cual acepta las condolencias gustosamente y con resignación.

Pues ya estoy en el lounge, el calor es horrible (léase con acento inglés), me decido a ir a por un helado de café, aprovechando que se me había pasado el malestar inicial, y me dirijo hacia los dominios de Ryanair, que le llamo yo. Algo así como un ala del aeropuerto, todo para vuelos de esa compañía. Observo que han quitado toda la agobiante publicidad que empapelaba todas las paredes anteriormente en color azul y amarillo chillones, ahora tiene mucha más clase.

La pantalla de la puerta 40 no pone Valencia, sino Cork. Mis compañeros de viaje, sin embargo, se habían aposentado al final de la cola para Cork, sin pensárselo dos veces. Con cero ganas de hacer tal cola, descubro en otro panel que la puerta de Valencia ahora es la 50. Confirmo con la señorita de información y me da tal lástima que mis compis se queden en tierra que decido informarles:

- Perdonad, vosotros vais a Valencia, ¿no?

  • ¡Pos sí, claro!
  • Es que han cambiado la puerta de embarque y no es la 40 sino la 50... lo pone en la pantallita...
Y me voy con mi helado de café, mientras cerraban la boca tan abierta que se les había quedado. A mi espalda comienzan a levantarse los murmullos de desaprobación e ira y noto como una muchedumbre circula detrás mío. Me siento como el flautista de Hamelín y las ratas. Me siento a esperar que abrieran el tinglado, mientras mis fieles seguidores seguían cuchicheando en grupitos espontáneos a mi derecha:
- Si es que esto tienen que avisarlo, hombre, y avisarlo en español, hombre, venga, ya está bien, esto es de muy mal gusto, hombre
  • Sí sí sí, dí que sí, Fina. Tú imagínate que nos quedamos aquí en tierra por no avisarnos. De muy mal gusto, sí señor.
  • Que si no llega a ser por esa chica nos quedamos aquí
  • A que sí?
  • ¡Me sentía tan bien! ¡Era como cuando Zipi y Zape habían hecho su buena obra del día! Gracias a mí, Fina podría volver a su terreta y darle a sus sobrinos la camiseta de Londres y la reproducción a escala 1:50 del BigBen en chapa lacada (made in China).

    Por supuesto cuando se abrió la puerta, las ratas se amontonaban contra la misma de tal manera que podíamos oír comentarios tal que Why are they pushing like that? There's room for everyone... 8-|

    El vuelo fue bastante bien, de no ser por el típico niño al que están sacrificando en pleno vuelo, que llora como un cochino en plena matanza. Mis fantásticos auriculares con reducción de ruido exterior me fueron muy bien hasta el momento del aterrizaje, en el que la azafata insistía en que apagara el ipod. Yo le decía "It's off, see" y le enseñaba el otro extremo de los auriculares, desconectado. Y ella repetía "You must switch it off". Como me pareció que era española y no me entendía en inglés, tuve que ser más explícita: ESTÁ APAGADO PERO LLEVO LOS AURICULARES PARA NO ESCUCHAR AL NIÑO QUE ESTÁ LLORANDO TODO EL VIAJE. Afortunadamente eso funcionó y me dejó tranquila en mi mundo silencioso.

    Entrando en el control de pasaportes, otra perla de conversación captada al vuelo:

    - Ay Fina, ¿tú crees que nos pedirán el dni ahora pa ver si somos extranjeros?

    • Claro no sea que se cuele ahí un extranjero porque no le han pedido el dni
    • Oye pues yo creo que se nota que somos españoles
    Y finalmente, ¡cómo disfruté viendo a una familia entera apostada justo delante de la entrada de maletas para ser los súper primeros en coger sus maletas! Los tres de pié con los brazos en la espalda, como en posición de descanso (si habéis tenido un profesor de gimnasia que se cree que está en 1940 me entenderéis), levantando cada maleta que salía por si acaso era la suya.

    Luego entró en marcha la Casualidad. Cenando en un bar por la zona del Cedro, sale a la conversación Chico y Chica, y a alguien le suenan. ¿De qué me suenan? Hala espera... es que mi prima es cantante, no sé si os suena, Cristinita Percances. Y tanto que me suena. Me bajé el disco y cuando descomprimí el .rar y ví los títulos de las canciones me dió miedo escucharlo así que lo borré.

    Dos minutos después pasa Hydrox/Klymax, al cual no veía desde hace años. Casualmente siempre me encuentra sentada en una cafetería, no sé como me las apaño.

    Qué pequeña es Valencia...

    Al día siguiente una visitilla a la playa de la Malva-rosa. Observo que han construido como una reproducción del balneario de las Arenas. Y como han remozado el balneario original, he de confesar que no sé distinguir el original del nuevo. Qué poco carácter tiene ahora el edificio. Y mientras estás observando con esa mezcla de extrañeza y nostalgia, te oyes un ¡SÍ TÍO ESTÁ TO GUAPO! con una voz acatarrada... ¡Es la fauna local asomando por sus dominios!... Multitud de bakalatas y bakalutis, ellas con sus tocados tan llenos de ganchitos, cintas, horquillas y tal, ellos con su especie de coletilla o melena mohicana (al gusto del consumidor), con ese lenguaje tan docto y agradable: MECAGÜENLAHOSTIA TE VAS A METER EN LA PLAYA SÍ O SÍ, QUE ESTÁ TO GUAPA EL AGUA ¿SABES?

    Pos casi que prefiero las conversaciones de los italianos en Formentera...

    Por la tarde hice un poco el ridículo en el metro, cuando iba a ver a una amiga y su churumbel:

    - ¿Me das un billete de ida y vuelta de zona 1?

    • Ehm... Zona... ¿uno?
    • Sí claro, zona uno
    Una rápida y astuta mirada al panel de "Sistema zonal de metrovalencia" pone en evidencia que la razón por la que el vendedor de billetes ponía esa cara no era que estuviera impresionado por mi fantástico bronceado, ni mi sola presencia, sino que el sistema en Valencia va por letras (A, AB, B, C, ...), al contrario del de Londres en el que va por números (1, 2, 3 ...). Rápidamente rectifico y aquí no ha pasado nada:

    - Sí claro, zona A- dije, como si Zona 1 nunca hubiera salido de mi boca...

    Bajo al andén (al menos me acordaba de cuál era el andén) y me pongo má o meno por enmedio, con Perfect Tense en mano para los momentos de aburrimiento. No recordaba bien dónde se hacía el transbordo, ¿sería en Alameda? ¿O era en Colón? ¿Cuántas paradas había hasta Alameda? O yo tenía pinta de guiri, con el libro y la bolsita de Hamley's, o debía poner cara de despistada al mirar al mapa, porque un tío que tenía al lado le dice a su pareja: Esta tiene cara de ser la primera vez que sube al metro.

    Ahí va lo que me ha dicho... cuando llego a Alameda me levanto con decisión, para demostrar que sabía perfectamente a dónde iba, y me planto delante de la puerta, esperando que se abriera. Craso error, las puertas en Valencia hay que abrirlas manualmente. Un poco más y me quedo allí. Y oigo por detrás: Lo que yo te decía, la primera vez que sube al metro. Qué vergüenza...

    Y poco más, súper divertido salir de Valencia en coche, con los restos de la visita papal aún cortando calles y avenidas diversas, y salpicando las esquinas con filas y filas de WC's. Entre eso y esos cambios de sentido que han hecho por aquí y por allí, está todo patas arriba.

    ¡Mañana de boda!