Que vivan las decenas

Y si las quincenas se merecían una oleada de vítores y vivas, las decenas no son menos.

Diez tablas de multiplicar había que aprender, y la del diez era mi favorita, por lo fácil: 1x10 = 10, 2x10 = 20, ... no hay pérdida... Y era mucho más entretenida que la tabla del cero (0x1 = 0, 0x2 = 0, 0x3 = 0, ...), que por sencilla y previsible resultaba aburrida, falta de desafío alguno.

Tampoco podemos olvidar la relación platónica de Zipi y Zape con los dieces, tan ansiados (por la bici prometida) y tan lejanos (por aquello de las travesuras), y tantas historias en las que acaban corriendo con Don Pantuflo Zapatilla corriendo tras ellos con un sacudidor para atizarles de lo lindo.

Diez es un numeral mágico, que convierte en especial a quien adorna: recordemos a "la mujer 10" y "el hombre 10", las innumerables listas con "los diez mejores libros", "las diez mejores canciones", y tal - ponga aquí su lista favorita y omitida; todos hemos hecho listas en nuestra vida.

Diez casillas adelantas cuando una ficha llega a la casilla central en el parchís, y con un poco de suerte te comes una y adelantas veinte más (que al fin y al cabo, son dos dieces en el fondo). Y hablando de juegos, bellos son los dados cuando salen dos cincos, con sus cuatro puntitos marcando las esquinas y el central como un ojo que todo lo ve. Visión estereofónica de los espíritus de juego de azar vía el par de dados, y nosotros sin saberlo, tan ignorantes y felices.

Diez dedos tenemos (a menos que seamos bajitos, con pies vellosos y nos llamemos Frodo), y un dedo y diez centímetros de polvo y mierda se acumula en los rincones, y lo que no son rincones, del lugar en que me hallo en este mismo instante. Sobre el final de las mesas, sobre las torres de los ordenadores, negras para más inri y para mostrar mejor la cantidad de roña que atesoran, sobre las impresoras, sobre el teléfono, y bajo el flamante ratón laser, que empieza a desarrollar cuatro extremidades completas a partir de los cuatro muñones con que fue dotado en su diseño. Diez veces lo debo de haber dicho, y diez veces me han replicado que la de la limpieza no limpia "las máquinas" porque en un tiempo pasado "hizo algo muy grave" y le dijeron que no las volviera a tocar (1).

Y desde que alguien más lo comentó, no puedo dejar de observar esa capa mezquina y pensar en la de ácaros que subsisten en ella, y cómo se ríen de mí y la angustia que me provoca ser consciente de su existencia, y cómo aprovechan cualquier oportunidad para adherirse a mi ropa y venirse de paseo aún sin ser invitados a ello. 10 millones de ácaros mutados con diez patas cada uno y una capacidad cerebral de diez neuronas por metro cúbico, reproduciéndose a razón de 10 por minuto...(2) Diez, diez días quedan para no soportar diez interrupciones de alta prioridad por hora, que destruyen mi contexto y me hacen reiniciar y perder diez minutos para restaurar el sistema al estado anterior. Por así decirlo. ¡Qué impaciencia, pardiez!

NOTAS AL PIE

(1) ¿Alguien me podría explicar esa aversión a la limpieza y a los productos de limpieza en general que sienten muchos jefes? No es la primera vez que lo observo.

(2) Me lo he inventado todo, alguna licencia artística tendría que tomarme, ¿no?