De la ineptitud
Me he dado cuenta hoy, una vez más y mal que me pese, de lo atrasado/inepto que es el sistema burocrático en España. He tenido que enviar un e-mail a un organismo público, aquí en Londres, y aunque no he recibido respuesta humana, sí he recibido una confirmación de que mi e-mail ha llegado y que será procesado. Esto puede parecer una gilipollez como una casa, ya que es muy sencillo configurar las cuentas de correo para que realicen esas acciones, pero no lo es tanto si por ejemplo envías un e-mail para solicitar información sobre un curso on-line que patrocinaba no recuerdo qué organismo adjunto al Ministerio de Educación, curso cuyo plazo de inscripción finalizaba como a la semana de enviar el e-mail, y no has recibido respuesta alguna, ni tan siquiera automatizada.
Quiero creer que, ¡oh visicitudes de internet y sus recovecos!, el mensaje simplemente se extravió, y por eso nunca recibí respuesta. Pero aunque quiera creer eso, no dejo de pensar que el aparato burocrático español está compuesto por un gran y tumultuoso hatajo de patanes, que como decía el principio de Peter, han ascendido hasta su nivel máximo de ineptitud. Luego querrán que me vuelva, ¡juas!